viernes, noviembre 20, 2009

Huele raro el día

Se respira una calma impaciente, versos volátiles que te mecen con dulzura después de impregnarte de su veneno.

Los ojos miran al televisor pero en realidad están mirando al interior de la retina, a los mundos que nuestros sueños dibujan en el iris.

Las voces ahora son claras, nítidas. El dolor se ha disipado, se va diluyendo entre las lágrimas expulsadas. El fragmento puede ahora analizarse más objetivamente. (La razón sólo nos sirve para disecar la realidad en calma, o analizar sus futuras tormentas, nunca para resolver una crisis instantánea. J. Cortázar)

Quisiera hablarte en esta noche, pedirte un cigarro, envolverme en nuestro caótico humo lleno de silencios y de palabras y de ensoñaciones entre vodka y vodka. Quisiera pensar que no porque nos soñemos somos menos reales. Que no estoy construyendo una silla de ideas que se derrumbará cuando trate de sostenerme en ella.

Echo tanto de menos el mar. Montarme en sus olas. Arrastrarme a la marea. No intentar siquiera el luchar contra ella. Saborear su sal y sus golpes. Rebozarme en la arena hasta fundirme con ella.


La noche ha llegado y esto tan sólo es una forma de hablarte. “Hablarte” suena a “amarte” y suena a “arte”. El insomnio asoma y no le temo. Le estaba esperando. Mis dedos festejan su autonomía propia y dan rienda a suelta a Pensamientos que tratan de esquivar el filtro de mi autocensura.

Te imagino y te construyo al mismo tiempo. Te dibujo a mi antojo, te esbozo, trazo algunas líneas, quizás no existas. Te espero en el reverso de unas olas que quizás no han llegado. Te espero en el borde de tus párpados para cuando quieras verme.

Volveremos a toparnos en algún rincón desconocido del mundo de esos para los que se reservan las lunas mágicas y los besos prohibidos que estremecen tu médula y te convulsionan sin piedad castigándote con una excitación desconocida e infinita en cada recorrido acuoso por la esponjosa y subrepticia carne, que es ya víctima encantada y sometida a su verdugo.

1 comentario:

Liar Nymphet dijo...

Amarte suena también a odiarte...
No te dejes llevar por la sonoridad de las palabras. Si yo lo hiciese, creo que hoy estaría todavía más bajo tierra.

Algo aprendí en todo este tiempo y ha sido a creer en el destino. Claro que os volveréis a encontrar. Pero quién sabe si en ese mundo de lunas mágicas él ya no será mágico. O quizás le encuentres más mágico que nunca...

Déjate llevar.