sábado, noviembre 28, 2009

Como las orugas

La Oruga A y la Oruga B se miraron intensamente a través de sus doce pequeños ojos simples y se dirigieron a la Oruga Bruja.

-Oruga Bruja, Oruga Bruja, te pagaremos lo que sea si impides que la Oruga Destino y Vida nos convierta en mariposas y nos separe.

Pero habían llegado tarde. Mientras la Oruga Bruja preparaba la poción a cambio de ingentes cantidades de dinero, la Oruga Destino y Vida la convirtió en mariposa y echó a volar, dejando una fina lluvia de lágrimas sobre las orugas A y B. Estas comprendieron que el Destino había vencido, que su final estaba cerca, que eran irremediablemente efímeras y que, horas más tarde, las alas les elevarían, crecerían y se olvidarían. Quién sabe si, después, en un atropellado vuelo no chocarían y romperían sus alas.

Ojos

Ojos que buscan. Ojos que se pierden entre paisajes fotográficos, cinematográficos, cerebrográficos.

Ojos (la palabra) lleva dibujado su propio significado. Ojos puede constituirse incluso en un ente:

Ojos miró la casa silenciosa, Ojos echó de menos a otro Ojos, alguien de su misma especie, al fin y al cabo. Ojos lloró durante largo rato y maldijo a Cortázar, su llanto había excedido, con mucho, a los tres minutos de promedio que anunciaba Julio en “Instrucciones para llorar”.

Ojos se secó, tiempo después. Ojos seguía triste porque sin Humedad ni Brillo se sentía vacío.

domingo, noviembre 22, 2009

Retiren el Foco, por favor

El Foco de la luz del día lo tiñe todo de horrible, de vulgar. El pequeño mundo se torna inaguantable al disecar a las personas y a sus acciones como si de animales se tratara. Las explicaciones engrisecen y ensucian todo. Y llega el Asco.

Las Frases pugnan por salir del cuarto oscuro. Lo intentan por todas partes. Se pegan a mi piel y a mi cabeza (sobre todo a mi cabeza) y se niegan a quedarse solas en ese cuarto sin aire. Normal.

Se me salen por los ojos, ahí si que no puedo impedírselo. Las Frases. Las dichosas Frases guardan todo. Me tienen atada de pies y manos.

Los Defectos crecen más rápido que una hiedra fantasiosa. Se reproducen como hongos.

(¿En qué me he convertido?)


Ni las mantas me esconden ya. A la manta más gorda le vencen las Frases, le ganan los Defectos. Y el dichoso Foco, Juez y Parte. Juez de todo y Parte para joder, para incrementar una culpabilidad que se presupone inexistente.


Luego vinieron las Fotos, la deconstrucción. Todo ese (sangriente) proceso. Del que fui sobre todo Parte destructora (…& mito erigido sobre un pasado extinguido en este presente vacío que se dedica a girar sobre sí mismo para ofrecer un prisma mediocre y sucio).

Ya no hay refugio. No hay refugio. La inquietud como tumor corporal. Los brazos ya no sirven de nada. Me rodean y no me calman. El implacable: “esto es lo que hay, lo comes o lo dejas”. Y lo comes, a la espera de algo que no te sepa a vacío cruel y te permita volver a amar. (Amar… me atemorizó la posibilidad de que lo estuviera olvidando…)


Podría haberos acariciado más y no lo hice. Podría haberos querido y comencé quizás a despreciaros (o quizás no era ese el acto… sino menos-preciar) con el derecho que se adjudican los seres despreciables. Así que ojalá tenga mi merecido en esa huida que emprendo cargada de mierda. Ojalá me cueste desprenderme de ella y llore, llore, llore… hasta deshacerme (al menos de pedazos) de mí yo perdido…



[Los sentimientos nos cargan con una responsabilidad que es sólo suya y que sabe extremadamente cruel… siempre sedientos de un dolor que logran mediante el manejo de nuestros pulsos para que queramos o des-queramos; y para esto último se me extinguieron las fuerzas…]


Y si me vuelven a asaltar
Las ganas de petardear
Dame dos hostias y hazme ver
Que estar aquí

Es un milagro que se puede compartir

viernes, noviembre 20, 2009

Huele raro el día

Se respira una calma impaciente, versos volátiles que te mecen con dulzura después de impregnarte de su veneno.

Los ojos miran al televisor pero en realidad están mirando al interior de la retina, a los mundos que nuestros sueños dibujan en el iris.

Las voces ahora son claras, nítidas. El dolor se ha disipado, se va diluyendo entre las lágrimas expulsadas. El fragmento puede ahora analizarse más objetivamente. (La razón sólo nos sirve para disecar la realidad en calma, o analizar sus futuras tormentas, nunca para resolver una crisis instantánea. J. Cortázar)

Quisiera hablarte en esta noche, pedirte un cigarro, envolverme en nuestro caótico humo lleno de silencios y de palabras y de ensoñaciones entre vodka y vodka. Quisiera pensar que no porque nos soñemos somos menos reales. Que no estoy construyendo una silla de ideas que se derrumbará cuando trate de sostenerme en ella.

Echo tanto de menos el mar. Montarme en sus olas. Arrastrarme a la marea. No intentar siquiera el luchar contra ella. Saborear su sal y sus golpes. Rebozarme en la arena hasta fundirme con ella.


La noche ha llegado y esto tan sólo es una forma de hablarte. “Hablarte” suena a “amarte” y suena a “arte”. El insomnio asoma y no le temo. Le estaba esperando. Mis dedos festejan su autonomía propia y dan rienda a suelta a Pensamientos que tratan de esquivar el filtro de mi autocensura.

Te imagino y te construyo al mismo tiempo. Te dibujo a mi antojo, te esbozo, trazo algunas líneas, quizás no existas. Te espero en el reverso de unas olas que quizás no han llegado. Te espero en el borde de tus párpados para cuando quieras verme.

Volveremos a toparnos en algún rincón desconocido del mundo de esos para los que se reservan las lunas mágicas y los besos prohibidos que estremecen tu médula y te convulsionan sin piedad castigándote con una excitación desconocida e infinita en cada recorrido acuoso por la esponjosa y subrepticia carne, que es ya víctima encantada y sometida a su verdugo.

viernes, noviembre 06, 2009

Nadie tocaría sus pechos aquella noche

Nadie tocaría sus pechos aquella noche.

Le sobrevino una angustia desconocida por el inevitable (aunque quizás aún no inminente) envejecimiento.

De repente, la soledad le pareció una absurda estupidez. Sobre todo en Ese instante.


…Y seguir viviendo como si el mundo se fuera a parar antes del alba. (Con la angustia correspondiente).


Vivir, vivir... No podía ser tan difícil.

Pero esa noche (una noche más), Madrid seguiría viviendo, latiendo…
Mientras ella se acostaba con Literatura y Masturbaciones [ambos placeres cómodos y potencialmente plenos en sí mismos… pero que en noches en las que las nubes le impedían ver el cielo, se le antojaban inmensamente ficticios. Y tan solitarios que destilaban crueldad.]

Madrid seguía respirando, jadeando por todas sus paredes, agotada, exhausta… y ella, (ajena a la rotación del mundo y de la ciudad) Viendo –joder, eso era lo peor, que lo estaba viendo, y viviendo- cómo el tiempo (y la vida, sobre todo la vida) se le escurrían de las yemas de sus dedos…

No tenía valor. No tenía valor para salir ahí fuera sola…

Ya no había truco, ni trato. Sólo sueño. Sólo letras. Sólo teclas para acceder a vidas que parecían estarle vedadas. Sólo teclas para crear otros mundos de los que ser también espectador, pero con la ilusión de tener algo que ver (por eso de la intervención de sus dedos).

¿Qué había? Había decadencia. Y deseo, mucho deseo. De desear. De participar en la obra… De participar… De vencer ese miedo a errar en cada frase, en cada silencio, en cada beso y en cada polvo…

Triste, triste anhelando pálpitos y aceleramientos de músculos como consecuencia de estremecimientos provocados por la realidad (o por lo que se percibe como perteneciente a ella).