miércoles, diciembre 05, 2012

Efervescencia




Necesito arder, sentir, caminar sobre suelo rugoso, quemarme con el sol, desgastar mis manos, estrellarme aquí y allá, esculpir figuras en el tiempo de los colorines, recorrer cuevas de paredes recubiertas de la lana con la que mi abuela tejía las ropas que nos servían de lindo abrigo, caminar sobre hielo y sobre fuego, mirar fijamente a los ojos de los desesperados, dejarme ir flotando por el cauce de un río, rasgar el cielo y escarbar la tierra, ascender por las cumbres de papel para demostrar su fragilidad y su mentira y redefinir el lujo, atar las hostiles corbatas para saltar de la torre, hacer magia para mostrar la suciedad de los ricos y la limpieza de los pobres, liberar a los pececillos de colores voladores, encerrar a los osos a los ogros y a los tigres, sucumbir a los encantos de Alicia y de Pippi Långstrump, rebozarme en la arena, revolcarme en las olas, hacer paracaidismo, saborear el abismo, encontrar la puerta que me permita regresar a la infancia hasta que se me antoje regresar, perderme entre pinares y embriagarme con el olor de la humedad del musgo, saltar saltar saltar, reír a carcajadas, esconder y descubrir un tesoro diminuto, volar por los aires y arrastrarme por los caminos, arrojarme a un montón de trigo y después a uno de hojas secas para oírlas crujir, jugar al "–¿cuánto pesas? –Cien artesas. –¿Cuánto vales? –Cien reales...", pisar los charcos y plas plas plas, recitar aquello de que con una escalera podías llegar a tocar los astros, ser un gato, ser Otto el piloto, nadar desnuda en agua dulce y en agua salada, esconderme y aparecer y huir, tomar la bastilla en otra revolución francesa, jugar a ser otra para descubrir quién soy, dar volteretas hasta vomitar, pintar las paredes de edificios serios con arcoiris pájaros árboles y rayos de sol, desordenar los archivos de Wall Street, hipnotizar al mundo para que sufra un golpe de amnesia y piense que los billetes son leña para quemar y que la leña es oro que conservar, ser maga hechicera o sabia bruja, construir estacionamientos de escobas, saber caminar sobre un alambre, saber volar… saber vivir… y vivirlo todo.

lunes, septiembre 17, 2012

De pies y cortezas

Te revuelves. Todos, en algún momento, nos miramos las puntas de los pies. ¿Por qué? Porque aflora nuestra niñez, nuestras preguntas fundamentales y nuestro ensimismamiento sabio.

Todo ello mientras observamos esa pequeña puntita, esa área que representa el final de nuestro cuerpo, el principio de la conexión con la Tierra, con ese planeta que dicen que habitamos.
Con esa piel –en mi caso, con frecuencia, fría- podemos tocar el asfalto o la hierba fresca, la arena del mar, el tacto del agua, las piedras del río.
Es un punto de conexión con el mundo. Lo hacemos girar, dibujamos invisibles, acariciamos otros puentes.
Se le conoce menos que a otras yemas más desnudas (las de las manos), pero está ahí y podría sostenernos por sí sólo, como les pasa a las bailarinas.
Ellas se asientan sobre ese punto, por eso no se confunden en ese momento sutil, escuchan ciegamente, primero al canal izquierdo y luego al derecho, no permiten transferencias.
Pero el común de los mortales, estamos invadidos de ruidos, sobre expuestos al desconocimiento.
Hace falta rasparse los pies con las rocas y caminar descalzo, sentir la rugosidad, la nieve, el polvo, la arena mojada y las hojas agujosas mezcladas con pedacitos de corteza…
Hace falta todo eso, y mil sensaciones más… para verse, para reconocerse como quien acaricia el tronco de un árbol lentamente, muy lentamente…
Porque en el origen todos fuimos árboles, de alguna manera… veníamos de ellos y no nos negábamos…
Preferíamos la fusión a la separación, la comunión a la tecnologización, el abrazo al muro de piedra… el mundo vivo a sus espejos…

sábado, junio 16, 2012

Desintegración

Nos escondemos en los trapos. También en los muros gruesos de piedra fina y en las paredes metálicas de las pequeñas puertas de los carros que nos conducen al final. El final de todo y de nada. La orgía del absurdo. Si al menos fuésemos hormigas... Todo tendría más sentido. Las hormigas, dicen, se apoyan, convergen. Pero nosotros... a nosotros nos encanta patalear. Golpearnos la cabeza y espolvorear el espíritu entre las horas lúgubres de la noche de los tiempos. Espolvorear el espíritu equivale a desintegrarse.¿En qué? No sé, pero en cualquier caso nos desaparecemos.

( )

Somos simétricos, espejos, reflejos errantes y difusos unos de otros.
Pero nos pensamos diferentes.
Quizás para esquivarnos, para no encontrarnos a nosotros mismos si desnudamos al otro.

Locura

Texto: Lo que vemos y lo que oímos puede enloquecernos

lunes, febrero 13, 2012

Esperando huellas

Parece que vamos tomando algún camino, que lo vamos dibujando, casi sin querer y muy, muy suavemente, como sino quisiésemos hacerlo.

Pero tenemos que hacerlo, supongo. No sé si existe el kayrós pero, en cualquier caso, nos vemos como empujados a avanzar. Escoges irte, aunque ni siquiera lo tienes claro. Andas buscando, siempre lo mismo, permanentemente.

Lo buscas a cada instante, sin darte cuenta, cuando extiendes tu mano para rozar las paredes de hormigón y fundirte con ellas, con los edificios absurdos, porque esperas encontrar alguna muestra. Siempre esperas encontrar alguna huella, algún signo de no se sabe muy bien qué. Y es que estamos aquí, atrapados en esta atmósfera de nosotros mismos, en esta luz, prestos a toparnos con nuestra misión. Pero dormimos, nos levantamos, los días pasan, vuelve a salir el Sol nuevamente y seguimos sin recibir la maldita señal. Por eso hay momentos en los que dejamos de estar atentos y vagamos sin pensar demasiado las cosas, o nada, directamente.

Yo al menos miro el agua, temblar levemente mientras escribo esto, mientras la luz va ascendiendo por el bloque de vecinos de enfrente que me impide ver el Cielo y, hoy, me estremezco un poco. ¿Por qué, por qué determinadas decisiones? Y sobre todo, ¿para qué? ¿Es que acaso hay algún para qué?

Sólo quiero olvidarme de todo y de todos y fundirme con el tiempo, con la luz, con la hierba fresca… Introducirme dentro de mí, un poco, para sentirme pero sobre todo para sentir el mundo si es que hay mundo, si es que hay algo, si es que la señal va a llegar algún día…

Creo que mi gato acaba de tener una pesadilla, parecía murmurar entre dientes. Lo juro. Quizás él acabe de sentir el temblor del agua, el del mundo…

Hazme un poema para conducirme hasta allí y habré comprendido tu amor.

Cógeme las manos y derrama en ellas tus lágrimas. Sólo así no olvidaré que soy humana.


(21/06/2011)