lunes, febrero 13, 2012

Esperando huellas

Parece que vamos tomando algún camino, que lo vamos dibujando, casi sin querer y muy, muy suavemente, como sino quisiésemos hacerlo.

Pero tenemos que hacerlo, supongo. No sé si existe el kayrós pero, en cualquier caso, nos vemos como empujados a avanzar. Escoges irte, aunque ni siquiera lo tienes claro. Andas buscando, siempre lo mismo, permanentemente.

Lo buscas a cada instante, sin darte cuenta, cuando extiendes tu mano para rozar las paredes de hormigón y fundirte con ellas, con los edificios absurdos, porque esperas encontrar alguna muestra. Siempre esperas encontrar alguna huella, algún signo de no se sabe muy bien qué. Y es que estamos aquí, atrapados en esta atmósfera de nosotros mismos, en esta luz, prestos a toparnos con nuestra misión. Pero dormimos, nos levantamos, los días pasan, vuelve a salir el Sol nuevamente y seguimos sin recibir la maldita señal. Por eso hay momentos en los que dejamos de estar atentos y vagamos sin pensar demasiado las cosas, o nada, directamente.

Yo al menos miro el agua, temblar levemente mientras escribo esto, mientras la luz va ascendiendo por el bloque de vecinos de enfrente que me impide ver el Cielo y, hoy, me estremezco un poco. ¿Por qué, por qué determinadas decisiones? Y sobre todo, ¿para qué? ¿Es que acaso hay algún para qué?

Sólo quiero olvidarme de todo y de todos y fundirme con el tiempo, con la luz, con la hierba fresca… Introducirme dentro de mí, un poco, para sentirme pero sobre todo para sentir el mundo si es que hay mundo, si es que hay algo, si es que la señal va a llegar algún día…

Creo que mi gato acaba de tener una pesadilla, parecía murmurar entre dientes. Lo juro. Quizás él acabe de sentir el temblor del agua, el del mundo…

Hazme un poema para conducirme hasta allí y habré comprendido tu amor.

Cógeme las manos y derrama en ellas tus lágrimas. Sólo así no olvidaré que soy humana.


(21/06/2011)