miércoles, diciembre 07, 2011

Navidad

Cielo, cielo, cielo

Estrellas puntiagudas

Luz gélida Luz luminosa Luz de invierno

Olor a comida caliente en las calles

Otoño en las hojas

Invierno en las aceras


Ilusiones fingidas

Luces falsas

Árboles de hierro

Colas que suplican que llueva dinero del bombo y de las cifras

Plagas de uniformes

Odio azul

Absurdez neo-colorida


Frío, mucho frío

lunes, septiembre 26, 2011

Manifiesto del alma















Si el alma se manifestase, ¿qué pediría?

miércoles, agosto 10, 2011

De entrañas y telarañas

La luz la mano el texto la noche la inquietud

lo no dicho lo dicho de sobra

lo que se oculta

y lo que se grita

La vida Sus remolinos La excitación

del anuncio del verano

Porque es eso, más que nunca,

excitación constante y desbordante

provocada por

el tiempo El aire sensual Las estrellas

sensuales

La brisa agitando

las hojas de un modo sensual

Y esa sensualidad me desborda y

no se donde meterla toda y

vuelvo a necesitar agua mar nieblina salitre

viento, mucho viento. Respirar. Más que nunca

La locura de abril porque no llueve Y

sólo anuncia el verano en lugar de regalarnos

pedazos de su melancolía Intuiciones percepciones latencias

Harta de teorías y de intelectos

Hace tiempo que decidí que no quería ser más Horacio y

que estas carreras nos abocan a ser cada vez

más Horacio y menos Maga

Harta hastiada podridamente hastiada de ver

el cuadro desde fuera

Envidiosa hasta la locura de aquella que nadaba

sin dificultad los ríos metafísicos La vida

Nada más que eso

Sumergirme en las páginas que yo escoja o

que el azar me traiga

Fascinación estética Encuentro punzante Finalidad

sin fin Sonoridad sugerente Palabras bálsamo Luz

bálsamo Y mano bálsamo

Yo no

sé No puedo saber y cada vez sé menos

Estado de flotar Ni atracada ni viento en popa

En suspensión Hasta la próxima

¿Quién me hará caer a tierra?

He tocado fondos He creído encontrarme y

definitivamente me he desencontrado

de nuevo

Siempre acabo desencontrándome Ése es mi

resultado

Esperando que alguien me atraviese

Que comience por el ombligo y termine

sacando su mano por mí espalda

Que extraiga mis entrañas y me las muestre

Porque a mí se me escapan Aunque quizás

las tenga

más cerca de lo que creo

Esta zona sombría de cada uno de nosotros

me asusta un poco

Tanto asomarme a las espirales negras que

al final me voy a caer en una de ellas

Tanta admiración por la noche (nunca fue positiva)

Los enigmas son el primer paso hacia esa

especie de esquizofrenia

que suponen ciertos estados mentales

Y la música, de fondo, como insufladora insolente

de estos estados

Escritura bálsamo Escritura bendita Yo no sé

tampoco quién eres tú

Quien escribe esto ¿Tú o yo?

Creo que vamos a terminar todos locos

Pero no puedo parar de vomitar todo esto

Tanto tiempo dando vueltas en mi zona gris

Tantas y tantas vueltas que, al final,

no te queda otra que vomitar

porque el mundo nos duele de forma sutil

tan sutil que ni nos damos cuenta de

sus pinchazos de sus tristezas que impregnan

todo, absolutamente todo

Porque al final está la muerte y

porque al final no sabemos para qué.

NO LO SABEMOS: ¡Eso es lo más cierto!

Que llevamos preguntándonoslo desde siempre y

seguimos sin tener ni idea Y

al final ¡plaf! Simplemente

desapareces Tiene algo de aterrador

Como las entrañas. Que están ahí

tan puras, tan primitivas, tan simples, tan nítidas,

tan viscerales… pero, al final

¿quién logra asirlas?

¿Quién logra explicarlas?

Nadie, eso es lo cierto.

Que nadie puede explicar lo que se mueve ahí

dentro o

al otro lado de la desaparición del agujero

jueves, mayo 26, 2011

Luna seno

Calles, laberintos, escondrijos, noches, lunas llenas, cristal, agua, olor, verano...


Camino sobre adoquines ilusorios y fingidos

Busco las plantas de mis pies fatigados

Me arañan las piedras que me tragué

Cambian los ciclos en su inmutabilidad


Continúan mis entrañas esperando el puñal que las atraviese y las recuerde que,

sin dolor ni rojo,

no hay vida


Y es que no hay vida tras los cristales vacíos

de las venas que nunca serán cortadas


Por eso ahora estoy suplicando riesgo

Buscando la cuerda sobre la que hacer equilibrios


Sin riesgo,

no hay vida.


Sin miedo,
no hay vida.


Sin muerte,
no hay vida.


Enfrentar-se de otra manera
Dejarse a solas en el desierto árido,

entre las montañas imponentes.


La naturaleza abrumándonos y recordándonos quienes somos, qué somos.

Barro, como ella.

Escaladas abruptas

Magnetismo intenso

Aridez y verdor

Acogida y desprotección
Sensaciones tan opuestas como necesarias, como reveladoras.


Ramas laberínticas,
Corazones de sangre,

Fieras que se encuentran, se vampirizan, se chupan la sangre y se extraen la una de la otra

Sueños de canibalismo


Luna, luna viciosa, dirigente de nuestros instintos más bajos,
fiel vigilante de la intensidad y de las noches,
inconexa de los días, del orden, del resto.

viernes, marzo 04, 2011

Onírica oscuridad

Hemos creado miedos y construido soledades. Nos han lanzado, solos. Y caemos. Estamos cayendo. Cada vez más fragmentados, más perdidos, más envueltos en soledad. Los sentimientos se nos pierden, se nos escapan. No sabemos sentirlos. Nos hemos arrinconado. La discoteca como degradación y como baile de la soledad, del vacío. Los cuerpos se mueven al ritmo que las almas permiten cuando éstas, asustadas, escapan de las prisiones de la piel. Nos gustaría saber dónde buscar, dónde buscarnos… Pero nos dirigimos hacia agujeros negros de profundidad indefinida. Flashes, luces, mandíbulas locas, monoritmos dirigidos por la paranoia de los aliens que acechan desde las múltiples pantallas. Y en eso nos hemos convertido, en una especie de aliens que viven cautivos bajo su extrañeza, acorralados en un mundo que parece de otros y que se revela como indominable e inhóspito.

No se trata de vicio, ni de indiferencia, ni siquiera de falta de horizontes. Se trata de pérdida, de falta de caricias sinceras, de ignorancia sobre cómo vivir. La droga es sólo una escapatoria, una forma de alzar el vuelo entre otras. Pero también es una puerta. Una puerta a la percepción horrible, al lado oscuro, a lo que se esconde debajo del mar o en la otra cara de la luna. Un enorme ático desde el que puede contemplarse a la naturaleza humana en su negro esplendor. Porque allí no hay luz, no hay búsqueda, sólo choques accidentales, miradas equivocadas, pasos mal dados que apenas llegan a ser pasos. Pero no parece aún ser el momento en el que la luz tenga que encenderse. Así, atrapada en la noche.

Y al amanecer la mañana no fue menos gris.